Hoy en día los distintos sectores profesionales exigen una fuerte cultura en términos de calidad. Si se pregunta a los CEO o ejecutivos de una empresa, una amplia mayoría afirma tener instaurada una sólida cultura de calidad. Y, sin embargo, cuando se pregunta directamente a los empleados, uno se encuentra con respuestas que abarcan muchos más matices; desde el rotundo sí, al rotundo no, pasando por una serie de “bueno” “depende de…” “Quizás si…” Contar con un software capaz de apoyar una gestión de la calidad es básico, pero una vez más, sin la adecuada implicación de los profesionales nada será suficiente.
A continuación, os trasladamos algunos signos inequívocos de aquellas empresas que cuentan con una sólida cultura respecto a la calidad. ¿Te ves reflejado en ellos?
La calidad arranca en la pre-producción
Pensar en términos de calidad desde la primera acción es clave para su correcta implantación en la cultura empresarial. Una de las señas de una correcta cultura de calidad radica en su enfoque centrado en la prevención proactiva de problemas. Y el mejor modo de conseguirlo es aplicarla antes de encarar la fase de producción. Antes de que una sola pieza de la maquinaria empieza a girar, hay que pensar en término de calidad.
Monitorización
Una cultura basada en la calidad también se centra en la realización periódica y continuada de informes que reflejen el estado de la producción y que permiten profundizar en el modo en el que se realiza cualquier actividad en la empresa. Algunos ejemplos de estos informes son:
- Revisión análisis de KPIs
- Accesibilidad a los datos
- Seguimiento de los indicadores que pueden señalar potenciales problemáticas. facilitando la toma de decisiones encaradas a la prevención.
- Monitorización de los equipos y activos de la compañía.
- Seguimiento de la gestión de incidencias y acciones correctivas.
Decisiones de riesgo
Para generar productos de máxima calidad, no es posible ir siempre sobre seguro. Es necesario asumir cierto riesgo en la toma de decisiones. La gestión de riesgos debe asumirse de un modo natural dentro de la empresa y debe estar diseñado para identificar amenazas y riesgos, potenciar la evaluación de riesgos e incorporar nuevos controles y medidas de evaluación.
Adopción cultural
Cuando una empresa únicamente quiere cumplir con los requisitos de calidad, ya sean referentes a normativas o exigencias de sus clientes, tarde o temprano pinchará en ese objetivo. SImplemente cumplir con la normativa, mantiene a las empresas en el filo de la navaja. Cualquier traspié o cambio normativo, puede desencadenar una consecución de acontecimientos que trastoquen seriamente los planes de la empresa.
Las compañías deben incorporar una sólida cultura de calidad, que los lleve de querer cumplir con los requisitos marcados a querer descubrir y asimilar la intención de esos requisitos. Es el mejor modo de convertir las exigencias de calidad en una ventaja a la hora de mantener en evolución una compañía.
La gestión de cuentas
La calidad no es algo que recaiga únicamente en las espaldas de los gerentes. Se trata de un elemento adjunto a la labor de cualquier empleado.
La gestión y el liderazgo deben ir más allá de las cuotas de producción y abarcar las métricas de calidad. Los procesos de auditoría, no conformidad y acción correctiva deben ser firmes y transparentes. Evitando que cualquier problemática pueda ser ocultada. Lejos de únicamente buscar culpables ante resultados no esperados, debe incentivarse la consecución objetivos.
Liderazgo
Al igual que la gran mayoría de culturas empresariales, una cultura centrada en la calidad debe tener tanto a los CEO como a los altos directivos plenamente implicados. Esta implicación puede verse en su participación en las fases de planificación, la disposición de los recursos necesarios o en inversiones destinadas a hacer realidad nuevas propuestas de los equipos.
Una empresa en la que se ha instaurada una cultura de calidad, es una empresa donde los empleados participan activamente en la detección y resolución de los fallos de calidad que puedan advertir de forma individual. Para que esto ocurra, es necesario crear un escenario en el que los profesionales se sientan cómodos señalando problemas y aportando ideas. Implicando su visión en la mejora constante de los procesos.
Instaurar este tipo de cultura, contar con una plantilla implicada con los procesos de calidad y que se siente escuchada, no es una labor que pueda realizarse de la noche a la mañana. Es un proceso que lleva tiempo, pero que vale todo el esfuerzo que se le dedique. Instaurar una cultura empresarial centrada en la calidad, es la mejor inversión que puede realizar tu empresa.